La planeación de la terapia consta de 9 pasos a seguir
sistemáticamente, estos son:
1. Registro anecdótico
2. Definición de la conducta
3. Línea base
4. Evaluación de la conducta
5. Aplicación de la escala de reforzadores
6. Control de las conductas inadecuadas
7. Habilidades preparatorias
8. Valoración
9. Programación por áreas
El registro anecdótico o de sucesos se lleva a cabo
mediante la observación directa del niño, anotando, en términos de conducta
observable, todo lo que ocurre durante el tiempo establecido para la sesión.
Este registro se emplea como primer paso para observar las conductas
inadecuadas. Su duración depende del problema en particular y la situación en
que se encuentra el niño.
Para este paso, el terapeuta previamente deberá haber
platicado con los padres del niño y conocer las posibles conductas a
observar. Se le debe dejar al niño
libre de hacer lo que desee, además de ofrecerle objetos que fomenten la auto
estimulación. Aquí lo que se desea es
conocer las conductas del niño y la posible gravedad de ellas.
Una vez que se hizo el registro anecdótico, las
conductas observadas deben de ser descritas minuciosamente considerando todos
los elementos que la compongan. Es muy
importante este paso, ya que al tiempo se podrá valorar al niño y el terapeuta
corre el riesgo de confundirse pensando que “x” conducta nunca se
erradicó. Por ejemplo: cuando el
niño presentó aleteo de manos en la primera valoración, el movimiento era hacia
el frente y ahora es hacia los lados con los brazos extendidos.
La mejor forma de definir una conducta es actuarla y
describir todos sus movimientos y ángulos para que posteriormente alguien la
lea y en base a esa descripción, repita la misma conducta. Si esta persona imita la conducta
correctamente, entonces la definición fue hecha correctamente.
Por
ejemplo: Conducta: Movimiento de manos (aleteo)
Descripción: Levanta las manos a la altura del pecho,
manteniendo los brazos unidos al cuerpo con los brazos doblados en un ángulo de
45 grados y flexiona las muñecas hacia arriba y hacia abajo, con las manos
extendidas en forma lateral, con las palmas de la mano apuntando al pecho del
niño.
Una vez que definidas las conductas del niño, se mide
la frecuencia de aparición de cada una de éstas a través de la línea base. Consiste en observar al niño durante una
hora por tres días consecutivos, sin interferir con él, sin reforzadores ni
estímulos de apoyo. Cada vez que el
niño presente una conducta, se registra para que al final de la sesión, se
tenga las ocurrencias por hora de éstas.
Con este método, se conocerá la verdadera incidencia
de cada conducta inadecuada en forma estadística y nos permitirá conocer la
gravedad de las mismas. Si repasamos
el primer párrafo de “Condiciones de aplicación de las técnicas para
decrementar conductas”, notará que se hace referencia a un niño que se
golpea a sí mismo 500 veces por hora.
La medición a través de la línea base permite hacer una afirmación de
ese tipo.
La evaluación de la conducta es el análisis de la
misma complementado con los resultados obtenidos en la línea base y su objetivo
es establecer de qué manera se intervendrán dichas conductas inadecuadas, qué
técnicas se utilizarán y en qué forma.
Cuando se evalúe la conducta, debemos dar prioridad a
las conductas inadecuadas que cumplan alguno de los siguientes por orden de
importancia:
1.
Conductas agresivas o auto
agresivas, por las cuales el niño pone en riesgo su salud o la de los
demás. En este mismo nivel se
consideran aquellas conductas que por sus posibles consecuencias, también
representen un riesgo, como sería el jugar con cuchillos o navajas.
2.
Conductas que interfieran
con la terapia, como es el aleteo de manos, sonidos con la boca, etc. ya que no
podrá darse reforzador al niño cuando acierte, pues se corre el riesgo de
confundirlo.
3.
Conductas que desencadenen
algunas de las anteriores. En
ocasiones, existen conductas no graves, pero a partir de ellas, el niño se
irrita o se pone rebelde. Un ejemplo
de estas conductas es la auto estimulación.
4.
Conductas inadecuadas no
aceptadas socialmente para un mejor desenvolvimiento del niño en su entorno.
Antes de proporcionar un reforzador al niño, debemos
realizar un muestreo con los alimentos que los padres reporten que el niño
prefiere. No se tiene un número límite
establecido y se pueden verificar todos aquellos alimentos preferidos por el
niño. El análisis de cada alimento se
realiza dando al niño una instrucción y proporcionando cada alimento cuando el
niño responda correctamente. Mediante
la observación y el registro de cada una de las instrucciones, el terapeuta
podrá darse cuenta cual es el alimento que mejor funciona como reforzador
comestible.
Es importante recalcar que algunos reforzadores
pierden fuerza con el tiempo y por lo mismo, podrá ser necesario hacer pruebas
en el futuro. Los reforzadores
seleccionados deberán ser consistentes hasta el más mínimo detalle, incluyendo
marca y presentación entre otros (aunque todos son refrescos de cola, la Pepsi
y la Coca-Cola no saben igual, incluso cambia el sabor entre las
presentaciones de lata, medio litro y de dos litros).
Es importante considerar que al seleccionar los
posibles reforzadores, estos deben de ser de fácil manipulación, se deben poder
dar en pequeñas cantidades y el niño no podrá conseguirlo en ninguna otra parte
que no sea la terapia. Por ejemplo:
el chicle no se debe usar, ya que es difícil cortarlo en pedacitos, además de
que produce mucha salivación y el niño tarda en consumirlo.
Las conductas inadecuadas deben ser trabajadas en
primera instancia, bajo seguimiento de instrucción y brindando apoyos al inicio
del trabajo, cuando sea necesario.
Se ha observado que las conductas más inmediatas a
poner bajo control instruccional son: movimiento de manos, movimiento de pies y
ruidos de boca, ya que éstas desencadenan la mayoría de las conductas
inadecuadas. Todas las conductas
inadecuadas son trabajadas bajo seguimiento de instrucción para poner al niño
en un nivel instruccional (que siga y obedezca instrucciones que se le den).
El control de las conductas inadecuadas debe llevarse
24 horas al día en todo lugar que el niño se encuentre, por lo que los padres
deberán conocer la forma de aplicación.
HABILIDADES PREPARATORIAS
Frecuentemente los padres piden al psicólogo o al
terapeuta que se centre en enseñarle “x” habilidad al niño (hablar o ir
al baño, por ejemplo) cuando éste no es
capaz de seguir instrucciones y por lo tanto, no está listo para poder
aprender.
Las habilidades preparatorias son el repertorio básico
que el niño requiere para su aprendizaje y si no las tiene dominadas, el avance
en las otras áreas será lento o casi nulo.
El terapeuta deberá, antes que nada, enseñárselas y estas son:
Atención: Mirar cuando se le ordene (mírame)
Voltear
al decir su nombre
Mantenerse
sentado (siéntate derecho)
Mantenerse
callado (cierra la boca)
Poner
manos y pies quietos
Voltear
a ver objetos en el aire (mira esto)
Voltear
a ver objetos en la mesa
Instrucciones simples: Párate
(una sola palabra) Siéntate
Ven
/ ven aquí
Dame
/ dámelo
Acuéstate
(muy útil para enviarlo a dormir)
Recógelo
Tíralo
Instrucciones compuestas: Prende
la luz
(dos o mas palabras) Apaga
la luz
Abre
la puerta
Cierra
la puerta
Guárdalo
en el cajón
Acomoda
la silla
Ponlo
sobre la mesa
Imitación motora gruesa: Tocar cabeza
(se le dice: “haz esto”) Tocar panza
Tocar
hombros
Tocar
rodillas
Tocar
pies
Tocar
cintura
Levantar
un brazo (izquierdo/derecho)
Levantar
dos brazos a los lados (cruz)
Levantar
dos brazos hacia arriba
Levantar
un pie (izquierdo/derecho)
Agacharse
Pararse
Sentarse
Aplaudir
Imitación motora fina: Tocar ojo
(izquierdo/derecho)
(se le dice: “haz esto”) Tocar cachete (izquierdo/derecho)
Tocar
nariz
Tocar
boca
Tocar
barbilla
Tocar
oreja
Tocar
dedos (dedo vs. dedo, horizontal)
Tocar
dedos (2 dedos vs. 2 dedos)
Decir
“adiós” con la mano
Decir
“dame” con la mano
Agarrar
objeto
Soltar/tirar
objeto
Imitación facial: Enseñar
dientes
(“haz esto”) Abrir
boca
Guiñar
ojos (cierra fuerte y abre, frunciendo nariz)
Mover
lengua (de un lado a otro)
Inflar
cachetes
Besos
(en la mano)
Besos
(al aire)
Auto ayuda: Calzón
(“póntelo”) Camiseta
Pantalón
Calcetines
Sandalias,
huaraches o mocasines
(“úsalo”) Usar
cuchara
Usar
tenedor
Discriminación: Formas
Tamaño
(pares iguales, pero de diferente tamaño)
Color (pares iguales, pero de diferente color)
Tarjeta
/ tarjeta
Tarjeta
/ objeto (se usan fotografías)
“Discriminación” es la habilidad de
distinguir entre unos objetos (formas, colores, etc.) y otros. A la capacidad de reconocer atributos en
objetos similares (por ejemplo, los automóviles) y así establecer su
definición, se le llama “Generalización”.
Cada habilidad se enseña en forma separada y cuando la
domine (se considera que se dominó al tener 100% aprovechamiento durante 3
sesiones continuas), se discrimina en conjunto con otras instrucciones. La generalización se da por seguimiento en
casa.
VALORACIÓN
La valoración se realiza mediante escalas específicas
de autismo, el cuadro clínico de autismo del manual diagnóstico y estadístico
de los trastornos mentales (DSM-IV), pruebas del desarrollo y pruebas
específicas de lenguaje. Para llevar a
cabo una valoración, también se requiere de un entrenamiento previo y tener los
estudios profesionales que avalen los conocimientos.
Un niño que se le programe terapia sin antes haber
sido valorado previamente, corre el gran riesgo de perder tiempo en áreas que
tiene dominadas así como descuidar áreas que deberían recibir mayor atención.
No existe receta o libro de cocina y por lo mismo, un
gran error que se incurre a veces es seguir el famoso libro “The Me Book”
(Ivar Lovaas) u otros similares al pie de la letra y sin conocer las
necesidades específicas del niño.
La programación se realiza de
acuerdo a las necesidades específicas del niño, las que son reportadas por la
valoración. Cada programación se
realiza por áreas en fichas
individuales y debe incluir lo siguiente:
·
Objetivo general
·
Objetivos particulares
·
Objetivos específicos
·
Detalle de la programación
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