Es común a
cierta altura del año que circule en el ámbito escolar- familiar la palabra
repetición.
Es un momento de
cierre y tanto bajo el sistema de la ley federal como en el antiguo orden aún
vigente en la ciudad autónoma de Buenos Aires y otros puntos del país, existen
ciertos procesos escolares que perfilan la posibilidad de una futura
repitencia.
En el medio
familiar, frecuentemente suele ser usada la figura de la repetición como medio
de represión y entonces cuando se le dice al niño ante cualquier resultado
negativo en la escuela “vas a repetir” se coloca a tal instancia como la neta
emergente del castigo y le genera por ello culpa y temor ante el aprendizaje.
Por tanto
también el docente quien encarna legalmente el portador de tal castigo queda
ligado a la figura del verdugo quien por ello se convierte en el único
responsable ante los ojos del niño y la expiación de culpas de su familia del
fracaso en el proceso de aprendizaje.
Justamente si el
docente calla y no toma una posición constructiva en el tema, se convierte en
cómplice de un silencio que corta posibilidades.
En una sociedad
exitista como la actual, donde el mensaje inmanente es ser exitoso como
sinónimo de ser humano, es muy difícil sostener este cambio de pensamiento.
Tan difícil
como necesario, considerar a la repetición como oportunidad para aprender
mejor, esto implica un cambio de pensamiento en todos los contextos donde el
niño se desenvuelve.
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En la escuela:
-El docente deberá creer que efectivamente es así porque
los seres humanos vivimos aprendiendo sobre los propios aprendizajes.
-Los compañeros del niño repitente también deben entender
que no es “el burro de la clase”, como vulgarmente se expresa, es un compañero
que va a intentar hacer más y mejor aquello que durante el año no le salió del
todo bien.
-La familia del niño: deberá construir en el hogar una
matriz de sostén y contención que lo ayude a entender que esta crisis como
tantas otras que enfrentará son parte de la vida y que siempre se puede salir
más sabio de las dificultades que enfrentamos.
-La escuela es una parte en la vida del niño, sin
desdibujar su valor pedagógico y ético, debemos por eso:
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Favorecer actitudes de reparación ante el error.
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Ansias de superación ante los obstáculos.
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Consolidación de personalidades menos exitistas y más
auténticas porque el aprendizaje es oportunidad construída a partir del
esfuerzo.
Lic. María Beatriz Rivera.
Psicopedagoga.